LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA DE GUERNSEY, Mary Ann Shaffer y Annie Barrows

¿Por qué estoy tan melancólica? (…) Sabes cuánto me gusta hablar de libros, y que me encanta que me hagan cumplidos. Debería estar contentísima, pero la verdad es que estoy mucho más pesimista de lo que nunca estuve durante la guerra. Todo está tan destrozado, Sophie: las calles, los edificios, la gente. Sobre todo, la gente.

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¿Soy demasiado exigente? No quiero estar casada sólo por estar casada. No hay nada que te haga sentir más sola que pasar el resto de tu vida con alguien con quien no se puede hablar, o peor, con alguien con quien no se pueda estar en silencio.

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Me pregunto cómo llegó el libro a Guernsey. Quizás hay en los libros algún tipo de instinto secreto que les lleva a sus lectores perfectos. ¡Sería maravilloso que fuera verdad!

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Esto es lo que me encanta de la lectura; en un libro encuentras un detalle diminuto que te interesa, y este detalle diminuto te lleva a otro libro, y algo en ese te lleva a un tercer libro: Es matemáticamente progresivo; sin final a la vista, y sin ninguna otra razón que no sea por puro placer.

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No me considero una mirona auténtica (los de verdad buscan los dormitorios), pero las familias en las salas de estar o en las cocinas… eso me emociona. Me imagino sus vidas con sólo echar un vistazo a sus estanterías, a los escritorios, a las velas encendidas o a los cojines brillantes de los sofás.

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Y luego, al ser demasiado inteligentes para confiar en la contracubierta del editor, la harán al librero tres preguntas: 1) ¿de qué va? 2) ¿lo ha leído? 3) ¿vale la pena?

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Un editor tendría que enviar más de un ejemplar a las librerías, para que todos los trabajadores también pudieran leerlo.

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Todo son buenas razones para que vuelvas enseguida, pero la más importante es que te echo de menos.

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Siempre la ha sobrado lo que nosotros llamamos descaro y los estadounidenses, confianza en uno mismo.

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Trabajo en St. Peter Port, descargando barcos, así que puedo leer durante los descansos para tomar té. Es una bendición tener auténtico té, pan con mantequilla, y ahora también su libro. También me gusta porque es de tapa blanda y puedo metérmelo en el bolsillo y llevármelo a todas partes, aunque intento no acabarlo demasiado rápido.

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Me han pedido del Times que escriba un artículo para el suplemento literario. Quieren tratar el valor práctico, moral y filosófico de la lectura. (…) Y hasta ahora la única idea que tengo es que la lectura te impide enloquecer.

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Es agradable encontrarme una carta suya cuando vuelvo a casa.

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Nunca me reiría de nadie a quien le guste leer.

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Pero no es uno de aquellos norteamericanos simpáticos. (…) Tiene la costumbre de creer que su opinión es la correcta, pero no es desagradable. Está tan seguro de que tiene la razón que ni se molesta en serlo.

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Esa noche, cuando vinieron a mi casa a hacer su selección, aquellos que apenas habían leído nada aparte de las sagradas escrituras, catálogos de semillas y La gaceta del criador de cerdos descubrieron una nueva forma de leer. Fue aquí donde Dawsey descubrió a su Charles Lamb e Isola se abalanzó sobre Cumbres borrascosas. Por mi parte, escogí Los papeles póstumos del club Pickwick, pensando que me levantaría el ánimo. Y lo hizo.

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Cuando dos miembros habían leído el mismo libro, podían debatir, cosa que nos encantaba. Leíamos libros, hablábamos de libros, discutíamos sobre libros, y nos fuimos cogiendo cariño unos a otros.

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Los hombres son más interesantes en los libros que en la vida real.

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Leer buenos libros te impide disfrutar de los malos.

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Puedo volver a escribirle si usted quiere. Le hablaré más sobre la lectura y de cómo leer nos animó mientras los alemanes estuvieron aquí.

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Nos aferramos a los libros y a nuestros amigos; nos recordaban que podíamos desempeñar otro papel.

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Hablé de la guerra y la viví durante seis años, y estaba deseando poder prestar atención a cualquier otra cosa, la que fuera. Pero eso es como desear ser otra persona. La guerra ahora forma parte de nuestras vidas, y no podemos sustraernos a eso.

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Me gusta recibir sus cartas, aunque a menudo creo que no tengo nada interesante que contar, así que me va bien responder a sus preguntas retóricas.

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¿Si estoy enamorada de él? ¿Qué clase de pregunta es esa? Es como una tuba entre flautas, y espero más de ti. La primera regla del cotilleo es llegar de manera indirecta.

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Creo que se aprende más si lo que lees te hace reír.

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La verdad es que en este momento estoy viviendo más en Guernsey que en Londres; hago ver que trabajo, pero estoy con la oreja pendiente de si llega el correo, y cuando lo oigo, bajo corriendo las escaleras, con ansia de conocer la siguiente parte de la historia.

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Estoy, en general, por encima de la venganza.

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Un hombre con un jersey remendado está pintando de azul cielo la puerta de su casa. Dos niños que habían estado peleándose con palos les están pidiendo que les deje ayudar. Él les da una brocha pequeña a cada uno. Así que quizás hay un final para la guerra.

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Me gustó lo que el señor Lucas dijo de él: “De cualquier cosa conocida y familiar, hacía algo nuevo y precioso”.

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La mente se acostumbra a cualquier cosa, a menudo pensé en esto durante la guerra.

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¿Se ha dado cuenta de que cuando conoces a alguien nuevo, el nombre de esa persona te viene a la cabeza de repente a todas partes donde vas? Mi amiga Sophie lo llama coincidencia, y el reverendo Simpless lo llama voluntad divida. Él cree que si nos importa mucho alguien o algo nuevo, proyectamos una especie de energía al mundo y con ella llegan cosas positivas.

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¿Tienes los libros ordenados alfabéticamente? (espero que no).

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Quiero salir de Londres. Quiero ir a Guernsey. Sabes que les he cogido mucho cariño a mis amigos de allí, y estoy fascinada por sus vidas durante la Ocupación y después. (…) Quiero saber las historias de la gente que estuvo allí, y nunca lo podré saber estando sentada en una biblioteca de Londres.——-

La Sociedad leyó tu artículo sobre libros y lectura del Times. El doctor Stubbins declaró que tú sola habías transformado la palabra “distracción” en una palabra honorable, en lugar de un defecto de carácter.

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Querido Sidney: / ¡No podía creer que fueras tú quien llamó desde Londres ayer por la noche! Qué acertado de tu parte no decirme que estabas volando a Inglaterra; sabes cuánto me aterran los aviones, aunque no estén tirando bombas.

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Elizabeth era mi amiga, y en ese lugar (Ravensbrück), la amistad era lo único que nos ayudaba a seguir siendo humanos.

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Kit parece tenerle tanto cariño a Juliet como el que le tenemos tú y yo. Es una monada, alegre y afectuosa de un modo reservado (que no es tan contradictorio como parece).

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Will Thisbee me dio el libro Cocina para principiantes. Era justo lo que necesitaba. El escritor presupone que no sabes nada de cocina y da consejos útiles: “cuando añada los huevos, rompa las cáscaras primero”.

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Mark no escribe, llama. (…) que debería volver a Londres y casarme con él. Yo discrepé educadamente. Ahora me afecta mucho menos que hace un mes.

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Ahora voy a ir a la casa solariega para buscar el libro que me dijiste. ¿Cómo es que ni Juliet ni Amelia me han hablado nunca de la señorita Jane Austen?

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¿Cómo había podido ni siquiera plantearme casarme con él? Un año casada con él y me habría convertido en una de esas mujeres lamentables que miran a sus maridos cuando alguien les pregunta algo.

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Booker me preocupa, le hace falta leer otro libro. Creo que le dejaré Jane Austen.

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¿Es indecoroso casarse tan deprisa? No quiero esperar. Quiero empezar ya. Toda mi vida he pensado que la historia se terminaba cuando el héroe y la heroína se casaban… después de todo, lo que es suficientemente bueno para Jane Austen debería ser lo suficientemente bueno para cualquiera.

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