LA HERIDA IMAGINARIA, Berta Dávila

A veces, cuando Beatriz me pregunta “¿Qué tal estás?”, me parecía notar algo en la modulación de la frase, tal vez una leve inflexión afligida que funcionaba a modo de advertencia, indicándome que mi hermana tenía la tentación de hablar conmigo de cómo nos sentíamos. En esos casos, yo eludía responder y me interesaba por los progresos de Ada en el curso de natación.

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La austeridad y la moderación eran la quintaesencia de mi carácter. (…) Tampoco tenía aspiraciones.

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…con nuestras rutinas felices.

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A pesar de todo, a Marga le agrada lo que ocurre en el jardín a causa del abandono. Siente que hay algo ingobernable en los helechos que crecen por fuera de la verja. Algo que no se detiene.

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Construir los esqueletos de esos personajes es lo que más le agrada del proceso. Mientras les va dando forma, inventa para ellos vidas detalladas, vidas que podría escribir si no lo considerase un resultado insuficiente y también un poco vulgar.

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Cuando Paula era una niña y ella una adolescente, Marga la convenció de que las nubes traían mensajes del futuro.

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Diría que estuve a punto de enfermar de melancolía, de nostalgia y de resignación, pero me di cuenta de que no tenía dinero suficiente para todo eso.

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…y yo había entendido que no conviene confundir la tristeza con la desilusión o con el deseo de otra cosa.

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Desde luego una no puede decidir cuál es su don. Es un designio. Una no tiene derecho a quejarse por un designio. Las estrellas conceden, una acepta.

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Simplemente ellas dos no han conseguido vivir conectadas. Tienen almas incompatibles. (…) Cuando Paula se acerca, su hermana se aparta, ese es el único movimiento que sucede entre las dos. Desaparecer es la manera que Paula tiene de expresar afecto y consideración.

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Había una caja en particular, con los objetos que no había sabido dónde meter, una caja de variedades que sobreviven después de desmontar una casa, como resultado de los restos de una vida corriente.

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Ahora que un libro no debe despertar nunca el recuerdo sino la imaginación.

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Nadie cuestiona esas palabras que se dicen cuando alguien muere.

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