LA HISTORIA DE ARIA, Nazanine Hozar

A lo mejor compartirían un poco de pan y su padre le diría que hacían bien desoyendo a Zahra porque no era buena. Y a lo mejor le diría que iba a llevársela de allí (…) A lo mejor le prometería que no la castigarían y que cuidaría de ella el resto de su vida.

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Si hubiera sabido leer, habría reconocido su nombre.

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Aria estaba avergonzada; se sentía culpable de su llanto.

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Era nieto del Profeta, por eso sabía la verdad. / ¿La verdad de qué? / Yo que sé. Pues la verdad. La verdad es la verdad.

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Lo que más le llamó la atención fue lo extrañas que parecían a sus ojos las mujeres de aquella parte de la ciudad. Llevaban la cabeza bien alta y la espalda erguida. Ninguna iba cabizbaja intentando evitar las miradas masculinas.

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Allí estaba Kamran. Esperándola tímidamente.

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A lo mejor más vale darle miedo a la gente que odiarla –dijo Aria-. Así nunca te harán daño.

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A Fereshté le gustaban todos esos edificios, esos tributos a Dios, pero igual le gustaban las películas o la moda. Como una parte agradable de la vida a la que no atribuía demasiada importancia.

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¿Crees que los mulás son ángeles o demonios? / No sé qué pensar –respondió Mitra. / Eso es porque haces que los demás piensen por ti –dijo Aria-. No quieres ni que te oigan los pensamientos.

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Y la esperanza, otra desgracia. La esperanza te vuelve loca.

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Conocí a una mujer que siempre estaba persiguiendo la felicidad. Fue el mayor error que cometió en su vida. La felicidad ni se te ocurra buscarla.

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Parece que la vida acaba siendo lo contrario de lo que queremos. De otro modo, nunca aprenderíamos nada.

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Los fanáticos se esconden detrás de sus causas. Tan sólo los cuerdos no tienen causas.

CARCOMA, Layla Martínez

En esta casa no se hereda dinero ni anillos de oro ni sábanas bordadas con las iniciales, aquí lo que no dejan los muertos son las camas y el resentimiento.

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Mi padre sabía que al dinero le gusta el orden, que prefiere las sonrisas serviles a las miradas desafiantes.

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Si mi madre había pensado que era mejor que las demás, mi padre le bajó la soberbia a golpes. Era igual que aquellas mujeres, las mismas palizas y el mismo miedo.

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Mi padre no le había regalado aquella casa, la había condenado a vivir en ella.

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Lo que sí nos dejó mi padre es demasiado orgullo como para tener amo.

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Eso es la familia, un sitio donde te dan techo y comida a cambio de estar atrapada con un puñaíco de vivos y otro de muertos.

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…porque el asco es algo que los pobres no nos podemos permitir, como la compasión.

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No nos odiaban con rabia, sino con desdén.

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Alguien debió de contarles que en la ceremonia yo había dicho que si les hubiese importado su capataz habrían pagado las medicinas y no el entierro.

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Aunque a mí la sombra que traían a cuestas se me quedaban desde entonces en la casa con la boca llena de tierra, la cabeza agujereada y los dientes arrancados a culatazos.

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…y esa cría raquítica y esmirriada que acabaría siendo mi madre y que también moriría de odios que no eran los suyos.

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Quizá pensó que por malo que fuese era mejor un hombre que ninguno, que así tenía una oportunidad de marcharse de aquí.

GOZO, Azahara Alonso

…fascinada y muerta de miedo por la cantidad de mar que me rodeaba, por el silencio.

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En la ciudad grande soy eficiente, el estrés resulta ameno (ya se sabe lo que se elige entre el dolor y la nada).

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Tenía que morderme la lengua para no decir que los idealistas nunca han vivido de la tierra.

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…y solo sabía lo que no quería hacer.

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Hay obligaciones ineludibles, también las de reputación.

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Siempre he sido yo la que ha abandonado los empleos, porque no me libero de esta idea: algo no va bien cuando tengo que solicitar días libres a mis jefes, cuando tengo que pedir permiso para hacer lo que quiero como parte de mi tiempo.

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“Me han dicho que eres muy rigurosa, sales siempre puntual”. “También entro a mi hora”, respondí, inmediatamente arrepentida por esa osadía inesperada.

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Ya no entregamos solo nuestra mano de obra: si somos buenas trabajadoras, hacemos la ofrenda completa de nuestra disponibilidad.

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Cuando me pregunto por qué solo accedo a mi verdadera vida en vacaciones, hablo de una reconquista del tiempo.

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Mis trabajos preferidos son los mecánicos, en contra de cierta idea de la creatividad, casi siempre mal pagada.

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No me gustan nada los días oficialmente libres (los sábados, los domingos, ¡los festivos!). Para que el asueto sea verdadero tiene que darse con el mundo girando, no en una de sus pausas deprimentes.

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Mi vocación es comprar tiempo con dinero. Para eso casi cualquier trabajo es bueno, lo importante es no encariñarse con él.

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Se aprende a pasear o, mejor dicho, de desaprende a andar con prisa.

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Demasiadas preguntas, lo sé, pero tengo una respuesta: quizá contar las campanadas, descubrir, por ejemplo, por qué tañen a veces a las cinco de la tarde o a qué se debe el silencio entre sus repiques. Es muy fácil: solamente requiere atención, es decir, tiempo.

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Puede haber un ritmo –de vida o de trabajo- que nos enseñe, dentro de lo mismo, a descubrir las variaciones, a manejar los tiempos mientras interpretamos y perfeccionamos la pieza de nuestra obligación de ser. Es la virtud de la repetición.

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…los edificios a los que me gustaría acceder. Imagino la vista que desde ellos tendría, cómo sería disponer mis libros, mis cuadernos y mis bolígrafos con un horizonte distinto.

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Y si parece que la amabilidad no sirve para nada en ese mundo –como si tuviera que hacerlo-, a mí me gusta pensar que por eso ella ha ascendido en la empresa: ahora es una de las jefas.

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Si nos redefiniéramos hoy como seres humanos, diríamos que somos seres acelerados. No hablamos ya de hacer las cosas deprisa, inevitablemente, sino que tenemos la urgencia de manera física.

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Hay un placer atávico en todo lo que se demora y no sale como estaba previsto.

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El concepto moderno de cola se inventó durante la Revolución francesa, para obtener un trato igualitario al recibir el pan.

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Pocas cosas cuestan tanto como no hacer nada en este mundo obsesionado con ser productivo.

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Parece materialista, pero hay que reconocer que los objetos importan: ganan espacio al aire y también a la memoria. La fabrican. (…) Si atesoramos pequeños trastos es porque en ellos brilla el recuerdo.

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El dinero de la beca había empezado a escasear. (…) ¿Tenía sentido ahora la pregunta de siempre? Yo me la formulaba con un tono un poco más dañino: ¿a qué me estaba dedicando?

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“¿Por qué trabajar si no es para olvidar la propia cuestión: para qué?”.

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Y la pregunta había mutado: ¿cómo he podido resignarme a trabajar y no llegar a fin de mes?

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Surge así un modelo de atracción un tanto artificial por el que el ciudadano viaja para ver lo que hay que ver y tacharlo en su lista de destinos y tareas.

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Pero ahora tememos aburrirnos, entramos en pánico ante la idea de no aprovechar el tiempo libre y así lo convertimos en todo menos eso.

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La isla iba cambiando y es esto ya tan evidente que solo se discuten las consecuencias. Quedan así divididos sus habitantes en dos tipos: los que se benefician de esos cambios y los que no consiguen hacerlo.

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Un trabajo es aquello que hacemos por dinero, que tiene horarios y límites, y que si a la larga disfrutamos es por pura casualidad.

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Con el tiempo aprendemos que las verdades son inestables y ofrecen, como mucho, un patrón vago.

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La imaginación de mis deseos todavía no estaba domesticada.

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Black continúa: no hay que dejar de hacer cosas, hay que crear una nueva forma de vida basada en el juego, una revolución lúdica. El gozo, digo yo.

LA NIETA, Bernhard Schlink

Que no estaba deprimida,  decía, que las depresiones no existen, lo que existe, desde siempre, son las personas melancólicas.

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No obstante, de su amor y su tristeza emanaba un punto de rencor.

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El Oeste hablaba contra el Este, el Este contra el Oeste; era una disputa rutinaria y mordaz, que Kaspar se limitó a escuchar porque una chica de camisa azul decía lo mismo que los demás, pero con encanto.

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El aburrimiento solo se disfruta cuando uno puede dejarse llevar por él.

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Lo invadía la cólera contra Birgit, esa cólera en la que se convierte el duelo cuando ya no soporta la impotencia.

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Habría esperado que las antorchas dejasen de estar en manos de los viejos camaradas y se pusiesen en manos de jóvenes.

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¿Cómo se huye de los demás? Viviendo la propia vida con decisión. ¿Acaso no he vivido mi vida con la decisión suficiente?

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Nos preguntaban lo que nosotros también nos preguntábamos, y eso nos acercaba.

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Creo que las discusiones son inútiles cuando no se dice por qué uno cree en lo que dice. Lo que espera, lo que le da miedo, quién es teniendo esa opinión y quién sería si no la tuviese… ¿Entiende a lo que me refiero?

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Vi el programa por casualidad en casa de una amiga, un programa sobre la generación perdida de la RDA, la de los jóvenes que tenían unos veinticinco años cuando cayó el Muro.

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Me emocionaron los lugares que fui viendo y recorriendo por última vez.

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…un mundo en el que algo no había funcionado, pero que, no obstante, era el suyo, el que habían construido y sostenido, en el que habían vivido y al que seguían unidos.

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Como si a lo largo de estos años se hubiera levantado una niebla en la memoria que a veces se disipa, pero en la que me muevo con pasos inseguros, a tientas.

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¿Es posible que con el tiempo uno llegue a querer seguir siempre igual?

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Siempre los demás. / No, Sigrun, también los demás.

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A Kaspar lo tranquilizó un poco comprobar que Sigrun había echado un vistazo a la literatura juvenil antes de hojear el libro sobre Rudolf Hess.

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Equivocarse en todo…, ¿acaso tienes que clasificar todo forzosamente entre “lo que está bien” o “lo que está mal”? ¿Acaso no deberías comprobar las cosas antes? Tienes catorce años, nadie lo ha visto todo a esa edad, ni sabe de antemano si algo está bien o está mal.

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Amo a mi país, me alegra hablar su lengua, entender a sus gentes, que me resulte familiar. No tengo la obligación de estar orgulloso de ser alemán, me basta con alegrarme de serlo.

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Solo hay una verdad. Y no es ni tuya ni mía, simplemente está ahí. Como el sol y la luna, a veces solo se ve la mitad. Sin embargo es hermosa y redonda.

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¿Puedo hacer algo para que se lleven mejor conmigo? / Aunque triste, Sigrun sonrió. / Deberías ser uno de los nuestros.

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¿No había ido a buscarla al colegio porque era demasiado vanidoso para plantarse ahí a esperar que ella tal vez fingiera no verlo?

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Comprendí a la abuela anoche cuando leí sus apuntes. A veces, una tiene que confesarse a sí misma de qué es capaz y de qué no.

A CASA TENÍEM UN HIMNE, Maria Climent

Quan jo vaig néixer ma mare no parlava. No va començar a parlar fins que vaig tenir set anys. Me’n recordo. (…) Pel que es veu, tenir singlot crònic és una cosa molt poc freqüent.

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I s’hi va haver de casar i quedar-se a prop de casa, i així és com van acabar les ínfules urbanites de ma mare i qui sap si no també l’alegria sencera, perquè jo contenta no l’he vista mai.

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És la típica resposta eixuta que també hauria donat ma mare. Les dues tenen una aspror genuïna que jo no tinc.

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¿Ho entens per què vaig marxar? –Molt seriosa.- Perquè no puc ser jo, amb vatros.

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No dic que haigue fracassat en la seua criança. Suposo que si les mantens amb vida, els dones totes les oportunitats per ser el que vulguin (que elles haiguen volgut aprofitar-les o no ja no és cosa meua) i no se les veigue massa alterades ja es pot considerar un no fracàs.

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Mos costa entendre-mos, a la Marga i a mi. (…) O potser, i per més dur que semble, lo que passa és que a mi no m’agrada com és ella i a ella no li agrada com soc jo. A vegades les relacions familiars son així de simples.

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Suposo que les utopies ja són això: pensaments màgics.

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De vegades he tingut la sensació que tota aquella estabilitat precoç ha marcat profundament el camí de la meva vida.

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…parlo de la necessitat, l’obligació, de fer-ho tot fora de cada junts. (…) De tot el postpart, només recordo haver plorat una tarda, la que vaig ser conscient que trigaria molt a tornar a anar sola on fos.

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Em pensava que a joventut durava dues dècades i en realitat només durava vuit anys.

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A vegades, a Barcelona, cansada de no tenir una vida gens emocionant, me’n vaig tota sola a un bar. Tinc la il·lusió màgic que estant-me allí asseguda en un tamboret amb els ulls i els llavis pintats i una cua alta que m’he fet malament amb molta precisió se m’aproximarà algú i em dirà: vols formar part del meu cercle social?

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En algun moment del trajecte estúpid que vaig iniciar directa a cap lloc en particular no cap èxit en concret…

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En arribar, mons pares ja ho sabien que m’havien grapejat. Em sembla que portava la paraula deshonra escrita al top de ma germana.

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I això és el que capto jo en arribar: són amigues, tenen franquesa. Em sorprèn i suposo que m’alegra veure que ma mare ha sigut capaç de fer una amiga, ara de gran. La tenia per asocial irreparable.

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Mon pare bevia. Allavontes era normal, los homes bevien. A casa meua tots els dinars acabaven igual: ell acaparant la conversa, portant.la al seu terreny, on ningú s’atrevia a rebatre res.

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Jo tampoc he tornat a Arnes des de llavors i això és una cosa que penso sovint. De tant en tant busco motius i valor per fer-ho. Però em fa pànic la sensació d’arribar allà i no tenir on anar, sentir-me fora de lloc, que no quedi res del que havíem estat.

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De vegades he pensat que som com som segons qui s’alegra que existim.

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La família és una font de traumes mutus.

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El que vull dir és que la seva figura m’ha impressionat i m’ha repel·lit a parts iguals. Ha estat tot el que volia ser i el que no volia ser a la vegada. Mon pare, en canvi, per a mi, no ha estat més que un actor secundari a les nostres vides, algun tan insuls que, per bo, per planer, per simple, no m’ha despertat mai cap tema d’interès.

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Aquesta no-conversa l’hem tinguda mil vegades. La Marga en canvi s’entesta a comunicar-se, a expressar-se obertament amb nosaltres, a dir tot el que li passa pel cap, i, amb trenta-cinc anys que té, sembla que encara no hagi captat que a ma mare i a mino fa més que incomodar-nos això.

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No fer com si fosses un crio menut tota la vida és ser més adulta. És curiós perquè quan ho penso jo, no m’ofenc, però quan m’ho diu ma germana no ho puc suportar.

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¿Quan es considera que una mare ja ha fet prou pels fills?

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La veritat deu ser transformadora. O potser és la sinceritat, perquè, de fet, la veritat sempre ha existit, una altra cosa és que es conegui.

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Abans se deixava una xica embarassada, no se la violava.

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Tu em vas ensenyar a no necessitar ser feliç, perquè a tu a la vegada te ho havien ensenyat així, i ho vas fer millor (…) aquí anem passant-nos les culpes i els traumes d’una generació en una altra, empastrant-mos les vides entremig.

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Mon pare m’encomanava la calma, la manca de pressa; si passava per l’hor a veure’l (…) parlàvem de xafarderies del poble, dels animalets que naixerien per allà al tros, de quina varietat de fruita sortia més bona, coses així, menudes, coses menudes de la vida que ell sabia fer lluir.

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L’última cosa que penso abans d’adormir-me al sofà és una frase que ha dit ma mare. Me l’apunto al mòbil perquè no vull oblidar-me’n. ¿Qui té el coratge de fer el contrari del que li han ensenyat?

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Decideixo destruir-ho tot només per la idea absurda que per a elles, el que va passar anit no va ser tan important com ho va ser per a mi.

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La Roberta és una d’aquelles persones que pren decisions per tu. Hi deu haver gent a qui això la incomodi o no ho consenti, però jo ho agraeixo, que em diguin el millor per a tu és això o, directament, escull l’opció B, confia en mi. D’aquesta manera només has de decidir en qui confiar, suposo.

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No vull que em passi com a ma mare, complint el seu deure i ja està.

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Amb la Roberta no t’has de preocupar per si no tens tema de conversa. És d’agrair.

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No havia conegut mai tan feliç. És inquietant.

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Ells dos són duríssimes, són com dos pals de llum. Però avui abans d’anar a dormir, amb la llengua del silenci, em sembla haver entès que ens tenim, que encara ens tenim.

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Ja ho deia la Roberta, sovint dormir et fa marxar les enrònies del cap, no ho sé…, com és dorms més t’allunyes dels problemes d’ahir.

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Em pregunto si de la mateixa manera que quan coneixes algú en un idioma sempre li parles en aquell idioma, quan coneixes algú amb una edat i no us aneu veient regularment, si sempre que interactueu teniu l’edat en què sí que us vèieu. (…) Sempre m’enyoraré aquell tu i aquella jo.

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Per davant meu, van passant vides sent portades dignament a llom de persones que sembla que tenen un rumb.

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Faig tot el que m’ha dit la Remei. M’encanta quan pren el control i només m’ordena què he de fer. Crec que aquest és el meu lloc còmode al món: ma germana i ma mare orquestrant, jo executant. No veig res indigne en això. Cadascú té talent per a una cosa, amb sort.

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Aquestes tres persones i jo són tots els secrets de l’univers desvelats. Penso que el sentit de la vida no amaga res mes.

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No ho sé. Què vol dir fer arrels? / Les arrels són les persones –me diu.

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…si és que hi ha després, si és que hi ha un nosaltres, si és que el temps és una cosa.

VOZDEVIEJA, Elisa Victoria

La palabra Tata tiene un significado ambiguo y tierno muy concreto. Creo que es menos que abuela pero más que tía, y sin duda más que vecina. Si me viera sola ante un problema inesperado su casa sería la primera a la que acudiría.

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Hasta hace poco lo único capaz de causarle pudor era su propia sonrisa en algunas fotos alegres.

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Una interna de mi edad, tal vez una futura amiga tierna y triste…

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No pasa nada si se muere, sea cuando sea. No le guardaré rencor. Siempre podré conseguir su perfume y cerrar los ojos.

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Ella sabe que no ha nacido para ser hija y yo sé que ella no podía sentirse más lejos de estar preparada para ser madre cuando parió. Estamos aquí por casualidad, resistiendo las tentaciones como un favor de la una para la otra.

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Yo doy sentido a las vidas de mi madre y mi abuela, soy su luz, y sé cómo irradiar. No habrá más guerras ni dictaduras ni mi madre va a volver a limpiar a trescientas pesetas por hora ni se va a morir.

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Nunca he estado en su casa, pero imagino una guarida oscura y cerrada en la que la alegría se ha catalogado como falta de respeto.

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Mi herencia viene transmitida solo por mujeres, nadie más cuenta las historias familiares, nadie más toma las decisiones importantes.

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…y nos sumimos en esa bonita paz que generan ciertas manualidades agradables de realizar.

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A veces soy muy dura con los chistes sin gracia de mi madre, con sus torpes intentos de acercamiento.

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Hay momentos que se olvidan y otros que se recuerdan. Esa distinción me inquieta.

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Para resolver lo de la paleta me llevaron al dentista pero el empaste solo duró unos meses, hasta que mordí una patata frita muy crujiente y se cayó. Como con la ausencia de mi padre, no consigo que este hueco me importe del todo, pero tampoco que me deje de importar.

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¿Será verdad? ¿Es más largo ser niño que ser viejo? ¿No podría ser al revés? Resultaría más relajado.

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Hay que aprender a generar una predisposición.

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Hay cosas, como quedarme huérfana, para las que me siento perfectamente preparada y capaz. No me asustan tanto las dificultades como la gente.

CALLE ESTE-OESTE, Philippe Sands

Para probar el genocidio habría que mostrar que el acto del asesinato venía motivado por una intención de destruir al grupo, mientras que en el caso de los crímenes contra la humanidad no haría falta mostrar tal intención.

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Eran imágenes de una vida normal y corriente, de un Leon que había escapado de sus orígenes.

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Antes de trascurrida una semana después de la Kristallnatch, Rita fue obligada a cambiar su nombre, y a modificar la partida de nacimiento y el certificado de matrimonio, añadiendo el de “Sara” para indicar su origen judío.

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Lauterpacht era consciente de que esta conexión entre derecho nacional e internacional ofrecía la posibilidad “revolucionaria” de desarrollar las normas de modo que establecieran más límites a los supuestamente “eternos e inalienables” poderes del Estado.

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Setenta años después, Inka seguía sintiéndose incómoda. Era una mujer que trataba de asimilar la sensación de que, de algún modo, había abandonado a su grupo para salvarse.

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El proyecto se estaba alargando más de lo que esperaba; el principal obstáculo encontrar formas prácticas de situar al individuo en el centro de un nuevo ordenamiento jurídico.

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Pero Lauterpatch le ofreció otra idea más. ¿Qué les parecería introducir un nuevo término en el derecho internacional para abordar atrocidades contra civiles, una cuestión sobre la que los rusos y los estadounidenses estaban divididos y en la que él tenía un interés personal implícito?

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¿Por qué no referirse a las atrocidades perpetradas contra civiles individuales como “crímenes contra la humanidad”? (…) Tanto antes como después del inicio de la guerra.

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Ningún estado sería ya libre de tratar a sus ciudadanos como le diera la gana.

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El modo en que mi madre abandonó la Viena ocupada por los alemanes, tres días después de su primer cumpleaños y sin la compañía de ninguno de sus progenitores, resultaba algo oscuro. Yo entendía su reticencia a hurgar en los recuerdos.

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Pero yo seguía queriendo entender por qué la señorita Tilney había actuado como lo hizo, haciendo un viaje a Viena para salvar a una bebé judía.

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“Las personas solo son capaces de un gran heroísmo cuando creen en algo apasionadamente”, me sugirió un amigo cuando le conté que su historia. “No basta un principio abstracto para ser heroico; ha de haber algo que sea emocional y esté profundamente motivado”.

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Era este un hecho curioso a la par que notable: resultaba que los dos hombres que incorporaron los conceptos de “genocidio” y de “crímenes contra la humanidad” al juicio de Núremberg y al derecho internacional habían compartido un mismo profesor.

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Pero la soberanía, repitió Lemkin, se había concebido para otros fines, como la política exterior, o la construcción de escuelas y carreteras, o la garantía del bienestar de las personas. No para dar a un Estado el “derecho a matar a millones de personas inocentes”.

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El genocidio definía los actos “dirigidos contra individuos, no en su calidad de tales, sino como miembros de grupos nacionales”, escribía Lemkin.

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La primera vez que entré en la sala de juicios número 600 del Palacio de Justicia de Nuremberg me sorprendió su atmósfera de intimidad y la calidez creada por el revestimiento de madera.

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Lemkin no se oponía a los derechos individuales, pero creía que centrarse excesivamente en los individuos era ingenuo, que equivalía a ignorar la realidad del conflicto y la violencia: se atacaba a los individuos por ser miembros de un determinado grupo, no debido a su calidad de individuos.

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Es verdad que yo no lo maté en persona, ¡pero las cosas que yo dije y las cosas que dijo Rosenberg hicieron que aquello fuera posible. Como Brigitte Frank, también él halló consuelo en la creencia de que no había matado a nadie en persona.

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“Quiero que sepa que no es cierto que lo haya olvidado todo”. Eso fue lo que dijo, con su mirada firmemente posada en la mía. “Es solo que hace muchísimo tiempo decidí que esa era una época que no deseaba recordar. No he olvidado. He decidido no recordar”.

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Otros términos de menor calado –como “matanza masiva” o “exterminio masivo”- resultaban insuficientes, puesto que eran incapaces de transmitir elemento vital de la motivación racial y el deseo de destruir culturas enteras.

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Y señalaba asimismo que los detractores del término “genocidio” sabían que también podía aplicarse a la “extinción de los pieles rojas de Norteamérica”, lo que constituía un reconocimiento de que las ideas de Lemkin ofrecían “una imperiosa advertencia a la raza blanca”.

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El borrador proclamaba que los derechos fundamentales del hombre estaban por encima de las leyes nacionales; un nuevo enfoque  para servir a los intereses de los individuos, no de los Estados.

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Varios de los demás acusados fueron declarados culpables de haber cometido crímenes contra la humanidad, pero ninguno de genocidio. El término no llegó a pronunciarse.

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Habrían de pasar cincuenta años antes de que la idea de un tribunal penal internacional se hiciera realidad, en la medida en que los diferentes Estados se entregaron a un tira y afloja en distintas direcciones, incapaces de llegar a un consenso en torno al castigo de los delitos internacionales. El cambio de produjo finalmente en julio de 1998, catalizado por las atrocidades perpetradas en la antigua Yugoslavia y Ruanda.

LA MUJER HABITADA, Gioconda Belli

Luego la llenó de plantas, cojines de colores y cajones de libros y discos, para dispersar el aire de melancolía que suelen habitar las personas maduras y solitarias.

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Pocas cosa disfrutaba tanto Lavinia como esa primera hora en la oficina, preparándose psicológicamente para el ajetreo del día.

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La semana transcurrió con la asombrosa felicidad con que suele pasar el tiempo cuando lo invaden los acontecimientos.

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Lavinia guarda grandes espacios de silencio. Su mente tiene amplias regiones dormidas. Me sumergí en su presente y pude sentir visiones de su pasado.

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La resignación no es el camino, Lavinia.

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Una cosa era su rebelión personal contra el statu quo, demandar independencia, irse de su casa, perseguir una profesión, y otra exponerse a esa aventura descabellada, este suicidio colectivo, este idealismo a ultranza.

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Eso era la dictadura, pensó Lavinia, el miedo, la mujer diciendo que no sabía nada, ella diciendo que no quería involucrarse. No saber nada era lo mejor, lo más seguro.

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Y, sin embargo, se dijo, había traspasado otro límite. La tía Inés solía decir que crecer en la vida era un asunto de traspasar límites personales: descubrir capacidades que uno creía no poseer.

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Olía a silencio espeso. Silencio de espera.

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¿Qué diferencia de fondo había entre dos hombres con un fusil cada uno dispuestos a matarse para defender cada quien un concepto distinto de justicia?

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Me esfuerzo por mantener su miedo anclado y no permitir que se derrame libremente por su sangre. El miedo es oscuro y brillante a la vez.

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…el efímero instante en que uno encuentra los ojos de otro ser humano en la multitud y las miradas se cruzan como barcos lejanos en la niebla, y los rostros desaparecen sin dejar rastro.

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Está detenida en el umbral de las preguntas.

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Pero nadie decide por uno. Tu problema no es Felipe. / Yo sé –dijo Lavinia defensiva-, pero me parece que él tiene alguna responsabilidad, siendo como es, al persona más cercana a mí.——-

Bueno –dijo Lavinia-, de eso se trata precisamente. A las mujeres se les asigna la cotidianidad mientras los hombres se reservan pare ellos el ámbito de los grandes acontecimientos…

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Parecía no tener intereses propios, vivir para aceitar las vidas de los demás y evitar chirridos y fricciones.

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Todos nosotros somos machistas, Lavinia. Hasta ustedes las mujeres. La cosa es darse cuenta de que no debemos serlo. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Yo trato… / No estoy de acuerdo con que las mujeres somos machistas –interrumpió Lavinia-. Lo que pasa es que ustedes, los hombres, nos han acostumbrado a un cierto tipo de comportamiento…

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Siempre tenía la impresión de que aquella gente hablaba para escucharse, pensó Lavinia (…) hablaban constantemente, como si necesitaran oírse mucho para protegerse de su propia soledad. Parecían no saber escuchar el sonido de los demás, sino como instrumentos menores en la sinfonía de su propia autocomplacencia.

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Cada uno de nosotros carga con lo propio hasta el fin de los días. Pero también construye. Como arquitecta deberías saberlo. El terreno es lo que te dan de nacimiento, pero la construcción es tu responsabilidad.

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La ausencia tenía efectos indelebles. Los rostros se desdibujaban en la borrosa sustancia de los recuerdos.

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¿Cómo creer tan fervientemente en la posibilidad de cambiar la sociedad y negarse a creer en el cambio de los hombres?

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El amor es solo una imperfecta aproximación de la cercanía.

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Pero hay que creer en los sueños, Adrián –dijo suavemente-, no podemos dejarnos vencer por el espanto de la realidad.

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El miedo nunca se quita totalmente cuando se ama la vida y hay que arriesgarla.

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Podía verla sencillamente como un ser humano producto de un tiempo, de determinados valores. A su modo, su madre seguramente la quería como ella también quería quererla.

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Nadie que ama muere jamás.

LA CLASE DE GRIEGO, Han Kang

El lenguaje, que la aprisionaba y la hería como una prenda hecha con miles de alfileres, desapareció de un día para otro.

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Un silencio anterior al habla, anterior incluso a la existencia, absorbía el fluir del tiempo y la envolvía por dentro y por fuera como una esponjosa capa de algodón.

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Era un silencio frío y extraño, como una sombra si cuerpo, como el tronco vacío de un árbol muerto, como la materia oscura que llena el espacio sideral.

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La gente cree que cuando dejas de ver bien empiezas a oír mejor, pero eso no es cierto. Lo que percibes, sobre todo, es el paso del tiempo. Poco a poco te avasalla la sensación de que el tiempo, cual lento y cruel fluir de una sustancia descomunal, te atraviesa en todo momento de parte a parte.

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A veces no se siente como una persona, sino más bien como una sustancia, una materia sólida o líquida en movimiento.

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Las palabras y las oraciones la siguen, separadas de ella como el alma se separa del cuerpo, pero lo suficientemente cerca como para verlas y oírlas.

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Sabes que nunca sacaré sabiduría de mi dolor. (…) Que me quedaré esperando con mi estupidez innata, y que lo haré con porfía aunque no sepa qué espero.

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Los fragmentos de la memoria se mueven y crean formas. Lo hacen sin un patrón, sin plan ni sentido alguno.

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Y confirmo con calma que no tengo a donde huir, salvo al mundo de los sueños.

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Con el tiempo… -su voz se hace más queda- sólo veré en sueños.

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Fue como si me besara el tiempo.

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LES CALCES AL SOL, Regina Rodríguez Sirvent

Sempre tinc problemes amb el futur, però com a mínim he après a conjugar-lo en anglès.

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Però l’Astrid aguanta i plora. Plora pel vertigen d’abandonar la universitat. Plora per la voràgine de l’edat adulta.

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He baixat a la cuina i he afrontat el silenci únic del matí, quan hi ha més dosis d’esperança general, quan les olors estan en repòs i hi ha un ordre immòbil, tot a punt d’estrenar.

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No l’havia sentit parlar mai així.  Parlar del seu passat sense fer broma.

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Tú no eres una viajera que huye, mi nina. Tú te vas de viaje porque te vas a buscar.

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La vida es compta a base d’instants que et paralitzen el cervell. Saps que estàs viu per aquests moments que et disparen de la realitat i t’envien a anys llum dels dies ordinaris.

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D’altra banda, potser ja t’ho han comentat ells: no els agrada que els nens mirin la televisió. / Però, per què??? –m’excedeixo. (…) Penso en la meva infància davant de la televisió. Les hores de Disney, Spielberg i clàssics dels vuitanta en vena. Potser ara seria menys somiadora i idealista.

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Eva, suspendre t’ensenyarà més coses que aprovar-ho tot sempre. –Em mira sense entendre-ho-. Per exemple, Van Gogh també va fallar. / Què? Però Van Gogh va anar al col·le? I tu com ho saps, que va suspendre. / Doncs perquè qualsevol persona mínimament interessant l’ha cagat a la vida. Ha fallat, ha caigut. Quin avorriment, si no!

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Unes hores més tard -és a dir, ara mateix-, tots els meus amics seuran a la terrassa de la plaça del Campanar amb unes birres, lluint moreno d’estiu. (…) Quan se l’acabin caminaran cap als mateixos bars de sempre i es veuran amb la gent de sempre amb una il·lusió que no caduca. (…) Les meves amigues arribaran a casa amb el rímel fins als peus, i oloraran la gespa del jardí sense se conscients de com n’és de meravellós viure un altre cap de setmana qualsevol. Mentrestant, a set mil quilòmetres de distància…

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L’herència classista, racista i segregada d’aquells anys sobreviu amb certa prepotència en un parell de vitrines amb memorabilia escolar.

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Una de les millors alegries quotidianes és escriure els e-mails amb les últimes aventures “atlantines”. (…) M’ho passo bé. Desconnecto. Ric. És terapèutic. El teclat, sense accents ni apòstrofs, em convida a escriure a raig. Em fa feliç enviar el text d’anar-me’n a dormir i llevar-me amb respostes d’amic. Aquests correus són el meu diari i la meva càpsula d’aïllament preferida.

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M’ha tocat viure aquí, el 2007, on la dona és (més) lliure i el món té una oferta de possibilitats infinites i agorafòbiques. I ho he de decidir jo soleta. Així que no em queda cap altre remei que actuar.

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L’estudiant és un afroamericà que rapeja més que parlar i que parla des de la gespa davant l’audiència sense cap rastre de vergonya, una clara mostra de l’habilitat de parlar en públic americana que es cultiva des del parvulari i que arriba a l’excel·lència quan es barreja amb la gràcia innata i arrasadora dels afroamericans. No em cansaria mai d’escoltar-los: el gestos harmònics, la cantarella elàstica.

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…la raresa de la barreja, però sobretot la gràcia que té el John per agrupar ànimes perdudes i salvatges, que vinguin aquí a ser qui son.

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Trobo cert plaer a no compartir aquest moment amb ningú, estar sola aquí enmig del no-res, lluny dels nens i lluny de decisions transcendentals sobre qui soc i què suposa que hauria d’estar fent ara mateix.

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Puc sentir la incipient nostàlgia del futur.

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Em ve la misèria. Els rituals heretats de la pobresa que arrossegava en forma de biscotes i sabonets que agafava als hotels quan anava de viatge per Espanya amb l’Imserso.

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No és fàcil tenir-ho tot per escollir, però has de ser prou valenta per enfrontar-t’hi.

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Jo només dic… –riu- que quan venen canvis bèsties és important conèixer les persones que tens a prop.

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I dels teus sentiments, n’has escrit? (…) Parla del que tu saps, del que et fa moure, parla del que coneguis millor que ningú, sigui el puto Edison o el puto Walt Whitman. Ets un punto nen blanc, nerd i d’Atlanta, Aksel, parla d’això, parla de qui ets i trobaràs una veu nova i brillant que ho il·luminarà tot. Trobaràs la teva veu.

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Arriscar-te mai és un error. Jo serà allà amb tu, Aksel.

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La Six s’uneix al grup amb una naturalitat esfereïdora. Suposo que ha après a fugir ràpid de l’autopenediment.

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Ha, ha… –Abans de la propera pipada m’aguanta una mica més la mirada, i somriu-. Segur que faràs grans coses, Rita, brillarà amb força. / (…) Estic farta que tothom digui el mateix. Ja no puc suportar que ningú més m’ho digui amb tanta impunitat. Per què tots dieu això? Com ho podeu dir amb tanta impunitat. Per què tots dieu això? Com ho podeu dir amb aquesta seguretat, quan no en teniu ni idea? / El què? / “Grans coses!” Què se suposa que vol dir, “grans coses”? –Alço la veu-. Què son “grans coses”? –El cor se m’accelera, em costa respirar-. Prou! Jo només vull treballar d’alguna cosa que m’agradi! I ja està! (…) Jo no vull fer “grans coses”, hòstia, jo només vull fer “alguna cosa”!

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Amb la claredat que et dona haver sentit la mort per primera vegada, ara ja no respiro per subsistir, sinó per sentir.

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Ja som família, Rita. Potser et costarà de creure, però jo soc avui a Seattle també per tu, perquè si no sabés que puc comptar amb tu sempre, no m’hauria atrevit.

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Digue’m una sola professió que no necessiti un públic. Que no necessiti que li donin un copet a l’esquena. (…) Tots necessitem saber que allò que fem té sentit, que s’apreciarà.

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Escriure és art i és bellesa. Si creus que vols fer-ho, que t’ha escollit, tens el deure d’intentar-ho.

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Els voldria donar les gràcies per totes les paraules que que no m’han dit, per deixar-me trobar-les sola.